11.10.09

Fragmento de cuento con lista (no, no termina que se despierta al final... pero todavía no tiene final)

Frente a él había un bosque de verdad. Con árboles altísimos y oscuridad y olor y humedad de bosque adonde no llega mucho el sol.
Hacía un par de horas, supuestamente, se había metido en su cama y se había dormido. Claro, esto tenía que ser un sueño.
Se quedó parado en el bosque mirando alrededor. De pronto, salieron de entre los árboles unos chicos como de su edad. Pero iban demasiado limpios y prolijos para estar andando por un bosque. Enseguida notó que estaban todos vestidos iguales. "Algún tipo de boy scouts", pensó. Tenían puestos unos pantalones cortos todos del mismo color y unas remeras iguales pero de colores "naturales de bosque otoñal": naranjas, tonos de marrón, crema... Su madre era diseñadora de moda, entonces había aprendido a interpretar qué es lo que usa la gente.
Se pararon a su alrededor manteniendo una distancia prudencial.
—Bienvenido al bosque de los sueños —dijo uno.
"Qué nombre más imbécil", pensó. Pero no dijo nada. También había aprendido de su madre a ser irónico pero callarse la boca en el momento justo. Además, se trataba de un sueño, así que su propio subconsciente era el poco original para los nombres. Mejor no decir nada.
Se quedó en silencio, pensando qué responder. Y ahí notó que cada uno tenía un estampado distinto en la remera: llevaban su propia cara pero luciendo un disfraz de un animal. Los miró con atención:
*el que tenía los dientes un poco para afuera tenía una imagen usando un disfraz de conejo.
*el de los ojos gatunos llevaba un disfraz de tigre.
*el de la nariz respingada, un disfraz de cerdito.
*el de las orejas salidas, un traje de oso.
*el de los dientes algo separados, un disfraz de cocodrilo.
Y así. "En realidad -pensó- es fácil reconocer el rasgo sobresaliente a partir del disfraz que usan, y no al revés, supongo". Era un chico perspicaz. Y como todo, lo había aprendido de su madre.
Pensó en ella. Dormía tres metros más allá. En el cuarto de al lado. Le dieron ganas de ir a acurrucarse a su lado, como cuando era más chico. Y aunque le daba curiosidad este lugar extraño de su sueño, le aburría la idea de un grupo de chicos con "atributos" animales, o algo así. No podía imaginar que fueran más que un grupo de fanáticos de algún programa de tele que él desconocía.
—¿El bosque de los sueños? —preguntó sabiendo que era una pregunta tonta para ganar algo de tiempo—. ¿Y cómo hago para despertarme y volver a mi cama?
—Si acá no se llega soñando —contestó uno gordito que llevaba en su remera su imagen con el disfraz de un elefante—. Sabemos que este lugar tiene un nombre más bien imbécil, pero nadie llegó soñando ni mucho menos se va de acá por despertarse.