27.10.10

Consejos de zorrito

Medio dormida escuché su inconfundible ts ts ts y fui a verlo a la cocina. Ahí estaba, esta vez, hurgando entre los frascos de especias. En seguida noté su cola chamuscada.
—¿Qué te pasó?
—Anduve por un asado anoche.
—Pero...
—No quiero hablar de eso. Me enteré que andás asustando gente por ahí... —cambió de tema.
—No, yo... lo que pasó es que...
—No necesito que me expliques.
—Pero sí, yo no quería... fue que nos cruzamos y...
El zorrito hizo ha ha ha y metió su nariz en un frasco con semillas de sésamo, concentrado en no escucharme.
Me miró. Lo miré.
—Tengo otra lista para vos.
Y sacó un rollito de papel de atrás de su oreja. Me lo dio y en su bolsillo de zorro metió casi todas las semillas, salvo las que se le cayeron al piso.
El papel decía:

Lo que no me gusta de tu gato:
*Hace una voz agudita cuando lee cuentos a la noche.
*Le gusta dormir encima de tu hombro.
*Termina todas las latas de atún y no me deja nada.
*Cuando pasea por las terrazas vecinas no saluda.
*Se afila las uñas en mi sillón favorito.
*Nunca se acuerda de mi nombre.
*Es amigo del grillo ese insoportable.
*Esconde los restos de pan y facturas con membrillo para que yo no los encuentre.
*No me ayuda a juntar las semillas de sésamo.

Lo que me gusta de tu gato:
*Juega muy bien a las escondidas.
*Sabe dibujar.
*Baila cuando hay luna llena.

—Pero yo no tengo gato hace un par de años... justo estaba pensando en tener de vuelta...
—Por eso, lo sé, y ni lo sueñes. Son más las cosas que no me van a gustar.
—Me parece que estás celoso...
Hizo ks ks ks mientras juntaba algunas semillas de sésamo del piso y las metía de vuelta en el frasco porque ya no le entraban en el bolsillo.
Insistí:
—Quizá si tuviera un gato...
Me interrumpió con una mirada.
—No necesitás un gato, necesitás comprar más facturas de membrillo.
—¿Qué tiene que ver una cosa con la otra?
—Eso y dejar de asustar gente por ahí.
—Pero, en serio, yo no quería...
—Bien, si no querés un gato, no lo tengas. Eso digo yo: no queremos a los gatos. Y volvé a la cama, que está fresco. Y mañana, acordate: mem-bri-llo.
No alcancé a responder. Veloz y silencioso salió por la ventana de la cocina y se perdió en la noche. Su pelo rojo se veía increíble a la luz de las estrellas y los faroles mientras saltaba de techo en techo.