17.4.07

Entrada con ruido

*Hay un grillo en mi casa. Hace días que lo vengo sospechando, pero hoy... hoy estoy segura. Lo escuchaba desde el pasillo, cuando me bajé del ascensor. Y en cuanto abrí la puerta del departamento: silencio total.
*La gata, cara de nada. Me lleva a preguntarme: ¿la gata y el grillo se han puesto de acuerdo para fastidiarme? ¿La gata es sorda e ignora al grillo? ¿Lo escucha pero se hace la indiferente? ¿La gata, ávida cazadora de mosquitos y otros bichos voladores, teme al grillo quizás?
*Me decido a hacer una pesquisa: apago todas las luces y me acuesto. No bien pongo la cabeza en la almohada, empieza el sonido bajito del grillo. Miro fijo a la gata. Ojos verdes. Verde grillo. ¿Serán parientes lejanos? ¿La genética del gato y la genética del grillo estarán cerca?
*La gata me mira y pega un salto, como si fuera a cumplir con su misión. Busca al grillo. Hace que lo busca. Gata traicionera: vuelve a la cama como si nada.
*Por un rato, el grillo calla, la gata pone cara de desconsolada, olfatea el aire, los rincones. Me mira de soslayo.
*Ceno en silencio. Ni noticias del grillo pero yo sé que está. Miro de reojo, me hago la desentendida. Trato de distraerme. Como papas fritas crujientes, preparo pochoclos, machaco milanesas. Lleno de ruido mi cocina, claro. Ruidos a mí.
*La luna no apareció hoy. Me voy a la cama, esta vez en serio. Trato de pensar como el grillo o como la gata, para descubrir el complot. El grillo seguro que no está en las cañerías, ahí sólo viven osos, es sabido. La gata no es sorda, se desentiende del grillo con la misma pasión con que corre fantasmas.
*Apago la luz. El cuarto queda a oscuras pero al cabo de un instante logro ver la silueta del gato. El grillo suena. Suena el grillo. La gata ni siquiera mueve las orejas en señal de alerta. Gata traidora.
*El grillo debe estar entre los zapatos. Imagino el pacto: vos los zapatos, que yo mordisqueo las medias, pero el cuero no me gusta.
*Temo que el fino oído de los gatos significa un distinto gusto musical. Capaz el canto del grillo para la gata es como una nana para nosotros. Un arrullo. Música relajante para sus oídos. Mientras que a mí...
*Intento contar hasta diez. Hasta cien. Hasta mil. En algún momento el arrullo del grillo va a parar. O se va a volver insoportable hasta para la gata. Grillo de la conciencia te reventaría a martillazos. Corazón delator.
*Descubro que cuando me muevo, por más leve y sutil que sea el movimiento, el sonido calla. Empiezo por tamborilear los dedos contra la almohada. El bicho se acostumbra rápido, y al tercer tamborileo que no corre peligro vuelve al ataque.
*Yo contraataco. Que sacudo una pierna, que amago levantarme, que me doy vuelta de sopetón. Al ratito nomás, como sabe que no tengo claro su escondite, arranca de vuelta.
*En cualquier momento empieza a amanecer. En la pérdida de racionalidad nocturna, deseo que sea un grillo vampiro y que con la luz del día tenga que desaparecer. Ansío los rayos solares pero no llegan y tengo mucho sueño.
*La gata duerme a los pies de la cama como si nada. Idea brillante. Despierto a la gata arrojando su juguete preferido. Lo persigue hasta el cansancio, el grillo calla y yo duermo un rato. Ya sé dormir con los ruidos del gato.
*La gata vuelve a dormir, y el grillo vuelve a sonar. Con el grillo, suenan todos los ruidos de la noche: una canilla que gotea, un perro ladra a lo lejos, pasa una ambulancia, frena un auto, el ascensor se mueve, un vecino corre algo, se cierra una puerta en el edificio, alguien murmura tras la pared. ¿Tendrán un grillo los de al lado? ¿El grillo estará en su casa y sólo escucho el eco endemoniado? ¿Mi grillo y su grillo se juntarán para irse acompañados?
*De pronto: silencio. La gata está quieta, pero hay un brillo nuevo en su mirada. Espero. El grillo ataca a traición. Silencio. Me voy durmiendo. Con el último parpadeo llego a ver, asomando, mezclada entre sus bigotes, un bigote verde, una patita de grillo cantor. Y escucho un último crunch, antes de caer en el silencio profundo de mi sueño. Ah, gata querida.