24.9.07

Historia de amor

(Cuento primaveral con listas incluidas)

Anoche, antes de ir a dormir, le pedí al gato que me contara un cuento de amor.
—¿Te picó el bichito de la primavera? —me respondió, siempre tan sensible.
—Es eso, o vemos otra vez Notting Hill —dije contundente.
—Está bien, está bien. Tengo una historia de amor que no es sobre cómo se lo consigue o cómo se lo conoce. Es una historia real, sobre una vida llena de amor. Y empieza como todos los cuentos:

"Había una vez, en una lejana tierra, un rey. Su reino era rico y poderoso. Había ganado muchas guerras y desde hacía mucho vivía tiempos de paz y prosperidad.
Este rey no tenía muchas ocupaciones, y se dedicaba a coleccionar objetos bellos. Su castillo era un impresionante museo de obras que provenían desde las más extrañas regiones y que le regalaban los embajadores cuando hacían sus embajadas y los viajeros cuando pasaban por allí en sus larguísimos viajes.
El rey era famoso en todo el mundo por su colección, y cada comarca quería obsequiarlo. También tenía el rey en su corte artistas y artesanos que trabajaban realizando magníficas piezas para engalanar todos los rincones, arquitectos e ingenieros que construían las más hermosas habitaciones, poetas y músicos que recitaban dulces versos e interpretaban melodías emotivas , jardineros que cultivaban las flores más perfumadas y de colores más delicados. Todo allí era bello.
Un día, (siempre hay un día en las historias de amor) el rey notó que faltaba en su colección el rostro más bello del mundo, y llamó a todos los pintores que trabajaban en palacio y les propuso la obra. Se invitó a las jóvenes del reino a participar como modelos y se seleccionaron para ello a diez de las más hermosas jovencitas.
Los pintores comenzaron a pintar, combinando las facciones más lindas: la nariz de una, los ojos de aquella, la sonrisa de la otra... y pronto los cuadros fueron terminados. Se realizó una exposición y los cortesanos eligieron por fin una de las pinturas.
Era la que había hecho un muchacho callado, que llamaban pocas veces al palacio ya que vivía en un rincón alejado del reino. Había pintado realmente el rostro más bello de todos, y eso que todos eran hermosísimos. Se veía en la mirada de la muchacha retratada una dulzura que las otras no tenían, un encanto en su sonrisa, un brillo que no tenía ninguno de los demás cuadros, aunque todos se basaron en las mismas modelos.
La pintura fue colgada en el salón principal del palacio y hasta el día de hoy deja sin aliento a todos los que la miran. El pintor recibió su paga y en medio de una gran ovación se marchó despacio a su casa.
Luego de media jornada de viaje llegó y saludó a su esposa. Esa noche, después de la cena le advirtió:
—Ah, mujer, te recomiendo que por un tiempo no te acerques al palacio, que hay un retrato de ti colgado en la sala principal."