Resulta que estábamos todos muy enojados con el administrador. Y resulta también que el administrador se fue de la reunión dando un portazo y ya no teníamos con quién desquitarnos. Entonces, resulta que de tanta bronca, nos tentamos de risa. Y ahí nomás alguien dijo:
-Basta con esta pavada de las tres dimensiones. Dimensión libre para todos.
Y el palier se volvió una fiesta. Nos costó acostumbrarnos a las nuevas condiciones de vida en el edificio.
*Los pasillos mareaban un poco, dónde parecía que había una pared, en realidad había una entrada a otro plano.
*Las escaleras se volvieron confusas. Cuando creías que ibas a la terraza a colgar la ropa, aparecías en el sótano del edificio de enfrente, en donde se organizó un tendedero algo improvisado.
*Los del 4° A entraron de lleno en la sexta dimensión, y se quejaban a cada rato que nunca más recibieron la revista del cable, pero sí la factura de la luz.
*La del 2° D, bueno, tal como su nombre lo indica, se quedó en una línea. Pero con el tiempo aprendió algunos trucos de los renacentistas, y se pintaba con claroscuro, para parecer profunda.
*El del 3° C se volvió punto.
*Yo, por mi parte, traté de pasarme a la quinta dimensión porque se corría el rumor de que ahí no había que levantarse temprano ni hacer dietas. Se me complicó un poco a la hora de llevar al gato. El bicho se volvió una masa de pelos sin demasiada forma. Maullaba, sí, pero pobrecito no sabía dónde tenía la lengua. Parece que si te gusta madrugar, en la quinta dimensión es como que te falta algo.
*El señor M. del piso 10° estaba más allá.
*Y ni hablar de sacar la basura. Nadie nunca más sacó la basura al mismo horario.
6.2.07
Reunión de consorcio (o la dimensión paralela)
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