Claro, cualquiera creería que hice cosas muy productivas durante este tiempo. Podría haber
*ordenado los placares,
*pintado el escritorio,
*ido al supermercado (al almacén al menos),
*paseado por la calle disfrutando la primavera,
*tomado un vuelo hacia cualquier parte, para ver el clima desde otro ángulo,
*juntado piedritas en la playa,
*doblado veinte mil grullitas de origami,
sin embargo, cual novia enamorada, me quedé acá, sentadita, al lado del teléfono, a ver si justo justo llamaba el técnico para decir que la traía de vuelta, que estaba todo bien.
8.11.05
Doce días sin computadora
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