14.11.10

De osos

*Sé que es raro lo que voy a decir, pero en mi cabeza se me hace que somos como una familia de osos peludos y grandes, sin papá, y que ha renunciado a la capacidad del habla; que se comunica a través de gruñidos, sonidos arrulladores, besos, caricias y golpes en la espalda, además, claro, de los abrazos de oso. Lentos y peludos caminamos a través de las distintas habitaciones, y a pesar de que no hablamos, no dejamos a diario de expresarnos amor.
Cecilia Velasco. Tony

*Mimí y el Mago, al igual que Rita, pertenecían a la especie humana circense tradicional. Del Oso no se podía decir lo mismo. Era un ser ambiguo, sospechoso de dualidad.
Quien lo viera trotar sobre las cuatra patas, y rascarse, y triturar con las mandíbulas pedazos de merluza cruda diría con seguridad que estaba ante un animal. Y en eso no había error posible. Pero el Oso no terminaba ahí. Una parte de su naturaleza lo emparentaba, inexplicablemente, con los bípedos hombres. Bastaba verlo compartir la mesa con los otros, escuchar música en su walkman o jugar a los naipes para caer en confusión. El pelaje tampoco aclaraba nada. El Oso era un equívoco perpetuo, un fantástico embajador entre dos mundos. Esa doble condición, congénita o adquirida, nunca fue resuelta. Sus compañeros de ruta no intentaron resolverla porque estaban lejos de reparar en detalles tan insignificantes. Para ellos los seres eran como eran, y punto. El resto de las personas decidía en cada circunstancia cómo considerar al Oso.
Ema Wolf. Pollos de campo

*Soy el oso de los caños de la casa, subo por los caños en las horas de silencio, los tubos de agua caliente, de la calefacción, del aire fresco, voy por los tubos de departamento en departamento y soy el oso que va por los caños.
Julio Cortázar. Discurso del oso

*—Escúcheme —le dijo el oso al Presidente—, yo no trabajo aquí. Soy un oso, y por favor le ruego que no me diga que lo que soy es un hombre, tonto, sin afeitar y con un abrigo de pieles, porque ya me lo han dicho el Vicepresidente Primero, el Segundo, el Tercero, el Gerente y el Capataz.
—Le agradezco que me haga la advertencia —dijo el Presidente—, y no se lo diré, pero eso es, precisamente, lo que pienso que es usted.
—Soy un oso —dijo el oso.
Frank Tashlin. El oso que no lo era

1.11.10

Lecturas de OCTUBRE 2010

*La mano izquierda de la oscuridad, de Ursula K. Le Guin.
*Mi perra Tulip, de J. R. Ackerley.
*Tony, de Cecilia Velasco.
*Torni Yo, de Carlos Trillo, Eduardo Maicas y Gustavo Sala.
*The Sound of Colors, de Jimmy Liao.